El compositor Germán Álvarez Beigbeder nació en Jerez de la Frontera (Cádiz) en 1882, el mismo año que Joaquín Turina y seis años después que Manuel de Falla. Pertenece por tanto a la misma generación que estos dos grandes músicos y representa el eje central del nacionalismo romántico andaluz que bascula entre Cádiz y Sevilla. Sus primeros estudios los realiza con Ángel Fernández Pacheco (alumno de Emilio Arrieta) en la Real Academia de Música San Isidoro, que existía en su ciudad natal. Fernández Pacheco fue un gran pianista y profesor —su hermano José (1868-1947) era compositor y arreglista, instalado en Madrid y autor de muchas composiciones de música ligera y de otras variadas piezas1—.
Tras sus primeros estudios, Germán se trasladará a Madrid, donde estudiará a partir de 1910 con Pérez Casas y otros célebres maestros de la época. Ya desde los catorce años componía pequeñas obras. En la capital dirigió la orquesta del Gran Teatro y se presentó a oposiciones al ejército y ganó la plaza de músico mayor de la Infantería de Marina, siendo destinado a África, al Regimiento Expedicionario de Marruecos, en 1913. Será en la ciudad marroquí de Larache donde coincidiría con el erudito Manuel Manrique de Lara, que era teniente coronel de Infantería de Marina, y de quien recibió también enseñanzas de Armonía y Composición. A fines de 1917 hizo oposiciones a profesor de Armonía del Real Conservatorio de Madrid pero no obtuvo el puesto2. Hacia 1920 fue destinado como director a la Banda de Infantería de Marina de San Fernando (Cádiz), donde realizó una gran labor musical y pedagógica. Sustituyó en el puesto a Camilo Pérez Montllor, afamado compositor nacido en Alicante que llevaba en el cargo desde 18993. Germán también recibió de él sus enseñanzas musicales.
En 1929 dejó el ejército y fue nombrado director del Conservatorio Odero de Cádiz, donde dirigió importantes conciertos y tomó contacto con Falla. De regreso a su ciudad natal y por encargo del alcalde jerezano, organizó la Escuela y Banda municipal de música de Jerez, así como una orquesta de cámara, realizando una magnífica labor de divulgación por toda la provincia gaditana. Recibió numerosas distinciones en su carrera. Compuso obras de todos los géneros, principalmente el sinfónico, destacando su producción religiosa y sus obras para banda de música.
En 1922 coincidió en San Fernando con un músico procedente de Sanlúcar de Barrameda, Luis Romero Muñoz (1902-1978), que entonces tenía unos 19 años.
Gracias a las lecciones de Beigbeder, Luis pudo realizar sus estudios oficiales en Cádiz y regresar del servicio militar obligatorio (que entonces eran tres años) con una gran formación musical y una inquebrantable amistad con «don Germán» que nunca se debilitaría. Luis Romero participó como flautista en el estreno de diversas obras de Beigbeder, entre ellas su misa Decor Carmeli, estrenada en 1924 en Jerez, en la coronación canónica de la Virgen del Carmen. Tras su licencia del ejército, Romero se dedicaría a la música aunque no de modo profesional, pues entonces era muy difícil subsistir sin pertenecer a la milicia o como director de alguna banda municipal. Le picó el gusanillo de la dirección, pues había hecho prácticas en San Fernando dirigiendo algunas obras e incluso estrenando otras de su compañero militar Rafael Márquez Galindo. En Sanlúcar se integró en el entonces célebre Quinteto Espinar, que tocaba en diversos acontecimientos y era el grupo de cámara estable del Teatro Principal, acompañando las sesiones de cine y teatro. Cuando llegaban algunas compañías de ópera o zarzuela a la ciudad, Luis Romero también formaba parte de la orquesta que actuaba en estos eventos, e incluso dirigió alguna que otra vez a los grupos instrumentales formados para tal fin4.
Desde entonces, las relaciones entre Germán y Luis se mantuvieron siempre fluidas.
El Gran Concurso de Bandas de Sanlúcar
En 1931, el ayuntamiento sanluqueño había pretendido organizar un Gran Concurso de Bandas que emulase a aquel de Écija celebrado en 1928 que tan gozoso triunfo representó para Sanlúcar, pues ganó el primer premio la formación dirigida por don Julián Cerdán. El citado concurso incluso se anunció en el programa oficial de fiestas, previsto para el 27 de agosto. Sin embargo, tan ambicioso espectáculo se frustró finalmente por no haberse podido obtener a tiempo el permiso correspondiente de la propietaria de la Plaza de Toros5, lugar previsto para dicho concurso.
La Comisión de Fiestas quiso compensar la suspensión del concurso y contactó con la Banda municipal de Jerez, que dirigía a la sazón Álvarez Beigbeder, para solicitar su participación en algún concierto extraordinario. Pero no se pusieron de acuerdo por motivos económicos. El 25 de agosto, Beigbeder explica en una carta que su banda la componían 42 profesores músicos y el traslado en ómnibus (autobús) costaría 200 pesetas, y sus honorarios mínimos, según el Reglamento municipal, eran de 750 pesetas por actuación. A esta cantidad había que añadir la manutención de los componentes en caso de que el contrato fuese por más de un día. Un precio bastante más económico cobraba la Municipal de Cádiz: su tarifa por actuar sería de 300 pesetas más los gastos. Ninguna de las dos parece que llegó a actuar en la ciudad.
Así que hubo que esperar hasta 1935 para que la idea de organizar un concurso cuajara de nuevo en las mentes concejiles. Esta vez se hizo bastante mejor y se anunció con el debido tiempo, constando desde el primer momento en las bases que el concurso tendría lugar en la Plaza de Toros el 20 de agosto de 1935. Por lo demás, la convocatoria fue idéntica: se imprimieron las bases en un lujoso cartelito en las que se explicaban todos los detalles. Se trataba de un Concurso de Bandas de la Región Andaluza, con la única condición de que fuesen civiles y no militares, pues el régimen republicano había desmilitarizado las bandas de música, en un elogiable afán de romper amarras con el pasado. Las bases del concurso establecían tres premios: 3.000 pesetas, 2.000 pesetas y 1.000 pesetas. La obra obligada que debían interpretar todas las bandas participantes (que debían tener un mínimo de 20 músicos) era la selección de la zarzuela de Barbieri Pan y Toros6. Las bandas que resultasen premiadas se comprometerían a ofrecer un concierto en el sitio que la comisión de fiestas les señalase, y que tendría lugar en la misma noche del día del concurso.
Finalmente, anunciaron su participación las Bandas de Lucena, dirigida por Manuel Gordillo, Alcalá de Guadaíra, Chipiona, dirigida por José Salazar López, y Carmona, dirigida por Juan León.
El ayuntamiento hizo las gestiones para constituir el jurado y tuvo éxito. El compositor Germán Álvarez Beigbeder aceptó la presidencia del mismo y solicitó al alcalde que le indicase a qué hora debía estar en Sanlúcar y si, después de la cena que se les ofrecería a los miembros del tribunal, tendría medio de regresar a Jerez, en donde «necesariamente» debía pernoctar. Don Germán expresaba también su felicitación a la Corporación «por la simpática nota de Cultura que da en esta manifestación de Arte»7.
El profesor José Berenguer8, de Rota, aceptó también gustoso el cargo de miembro del jurado, y celebró la organización de un concurso «tan necesario para la cultura popular, como desgraciadamente escasea en nuestra Andalucía». El tercer miembro del tribunal nombrado sería Eduardo Escobar9. En un lugar de sus Memorias, Luis Romero10 hará un intento por recordar este magnífico evento musical ocurrido en durante el régimen republicano. El viejo maestro nos facilitará más datos sobre este acontecimiento:
Se celebró en Sanlúcar un concurso de bandas civiles de música al que asistieron cinco bandas. El presidente del tribunal fue don Germán Álvarez Beigbeder. Le dieron el primer premio a la Banda de Lucena, que la dirigía un tal maestro Gordillo, autor de varios cuplés que después se situó en Madrid, a base de componer canciones11.
— Luis Romero: «Memorias».
Las Coplas a la Virgen de las Angustias
En 1939, cinco semanas antes del final de la Guerra civil, se estrenan las Coplillas a Nuestra Señora de las Angustias, dedicadas a la titular de la hermandad sanluqueña del mismo nombre, compuestas a instancias de Luis Romero por Germán Álvarez Beigbeder12. Parece ser esta una réplica algo tardía a la Plegaria a Nuestro Padre Jesús de la Vera Cruz, escrita por Joaquín Turina en 1936.
Esta notable circunstancia supuso una reorganización de los elementos vocales de la población tras la maldita guerra. Se reunieron los antiguos cantores masculinos con otros que se pudieron reclutar, y el 5 de marzo del mismo año, en el transcurso de los cultos cuaresmales de la cofradía, se estrenaron estas Coplillas en la iglesia del Carmen bajo la dirección de su propio autor. A partir ya de este mismo año, se bautizó a este grupo vocal con el nombre de Escuela de Canto Santa Cecilia, en un principio compuesto únicamente por voces masculinas, integrándose en 1943 un grupo de voces femeninas y adoptando entonces el nombre actual de Orfeón Santa Cecilia.
El coro prosiguió su trabajo y montó varias misas completas. Entre ellas, la Misa Pontifical de Lorenzo Perosi, a tres voces mixtas, que tantos éxitos le daría, así como dos misas a tres voces de hombre de José Ribera Miró, una sobre motivos del Pange lingua y la otra sobre el Sacris solemnis. Se montaron igualmente varios Tantum ergo de diferentes autores. También, por supuesto, en su repertorio se incluían necesariamente todas las coplas de las hermandades y cofradías de Sanlúcar, escritas por los autores mencionados, así como por Cerdán y por Espinar Jiménez, que daban el lustre necesario a estos cultos13.
El Himno a la Virgen de la Caridad
Hacia 1950 se estrenó el Himno a Nuestra Señora de la Caridad, que compuso Álvarez Beigbeder también por iniciativa de Romero, y ese mismo año, la Hermandad de la Caridad ofreció a este maestro y a don Germán un homenaje en agradecimiento a su gran dedicación a los cultos:
El acto de homenaje se celebró en el salón de sesiones del ayuntamiento, presidido por el alcalde, las autoridades locales y la junta de gobierno de la hermandad, y se les entregó, a director y a compositor, dos batutas con remates de plata. También se aprovechó la ocasión para homenajear al poeta Barrios Masero, autor de la letra del Himno, al que se regaló una pluma de oro.
— Manuel de Diego Lora: «Mis vivencias en el Orfeón Santa Cecilia, 1940-1982», p. 8.
Al acto no pudieron asistir las mujeres del coro, pues también se les prohibió estar presentes, al igual que se les prohibía cantar en la función principal de la Patrona, debido al decreto del cardenal Segura que impedía a las mujeres cantar en los templos14.
El estreno en Sanlúcar de la misa Decor Carmeli
En 1951, siguiendo la estela ya iniciada por la prohibición arzobispal, se amplió el repertorio de obras escritas exclusivamente para voces masculinas. Se cantó una Misa a tres voces iguales de hombre del maestro Beigbeder. Según Manuel de Diego, «esta misa, no sé por qué, no se tomó con la misma ilusión que otras partituras suyas. Se estrenó en la festividad de Santa Cecilia de este año15. Su paso por el repertorio del orfeón fue muy fugaz, puesto que se pondría contadas veces»16.
La vinculación del compositor jerezano con Sanlúcar y con su orfeón se estrechó aún más con el estreno en nuestra ciudad de su misa Decor Carmeli a cuatro voces mixtas, una vez levantadas ya las intransigentes prohibiciones contra las voces femeninas. Por Luis Romero sabemos que don Germán había tardado justamente un mes en escribir esta misa, sufriendo además los últimos días unas agudas fiebres. Fue estrenada en Jerez en abril de 1924, como ya explicamos más arriba. Manuel de Diego cuenta las interioridades del estreno sanluqueño de esta obra:
Esta misa nos dio infinidad de satisfacciones, pues cada actuación, dentro y fuera de Sanlúcar, nos producía un éxito fuera de lo común. La tomó Luis —y todos— con tanto amor y apasionamiento que acertó plenamente en expresar lo que concibió el autor.
— Manuel de Diego Lora: «Mis vivencias en el Orfeón Santa Cecilia, 1940-1982», p. 13.
Esto fue a fines de 1958 y los ensayos duraron hasta el 14 de agosto de 1959, un día antes de su estreno en la función principal de la Patrona. Pocos días antes, el compositor se puso en contacto con don Luis para decirle que le gustaría oír uno de los ensayos del coro. Esto supuso mayor esfuerzo aún por limar todos los pequeños defectos que la ejecución pudiera tener, antes de ponerla ante los oídos de su propio autor. La presencia del compositor en la Caridad para oír el ensayo general de su misa puso muy nerviosos a todos. Tanto que al terminar el Kyrie, don Germán llamó aparte a Romero y todos se echaron a temblar. Pero no había que alarmarse. Simplemente le corrigió al director la irregularidad con que marcaba el compás, pues llevaba más rápida la medida de la tercera a la cuarta parte del compás (de 4/4) que la de la segunda a la tercera y que de la primera a la segunda.
El ensayo transcurrió bien, aunque en el Credo, tras veinticuatro compases de espera de las contraltos, la entrada era muy difícil, pues debían entonar un si sostenido tras el Incarnatus. En ese momento Beigbeder se levantó como un rayo para oír de cerca esta entrada, poniéndose al lado de la cuerda de contraltos. Lo hicieron bien y don Germán volvió a sentarse con cara de satisfacción.
Lo que explica a continuación Manuel de Diego de este histórico ensayo se complementa muy bien con la versión que nos dejó Luis Romero en una grabación de viva voz que conservamos:
Hubo un ligero descanso y tras él comenzamos el Credo, comprobando tanto Luis como los cantores y yo, que tocaba el armonio, que la cosa iba bien. Nos envalentonamos y logramos un Credo de antología; tanto que, al terminarlo, se levantó don Germán de su asiento, se fue para Luis dándole un abrazo y, mirando para nosotros, nos dijo: «Muy bien, pero que muy bien». […] Terminamos el Agnus Dei y nuevamente don Germán se levantó tocándonos las palmas, así como también un hijo suyo que le acompañaba.
— Manuel de Diego Lora: «Mis vivencias en el Orfeón Santa Cecilia, 1940-1982», p. 15.
La única incidencia digna de mención fue un pequeño detalle de interpretación, causado por el error caligráfico del papel que tocaba el organista, el propio Manuel de Diego, que lo relató así:
En el citado Agnus Dei me pasó una anécdota que es digna de reseñarse para demostrar la agudeza auditiva del maestro Beigbeder. En un fuerte en el que intervenían todas las voces y el armonio, en un acorde muy disonante, nos para y se dirige a mí diciendo: «¿Qué le pasa al armonio?». Yo quedé algo confuso y desconcertado; cogí la partitura, se la enseñé y le dije: «Don Germán, creo que he tocado lo que está escrito». Entonces la comparó con la que tenía en sus manos y me dijo: «Usted perdone, pero en su papel hay un sostenido (#) en vez de un doble sostenido (x) y ha sido un error del copista».
— Manuel de Diego Lora: «Mis vivencias en el Orfeón Santa Cecilia, 1940-1982», p. 15.
Además de esta anécdota, hay otra que me relató personalmente José Manuel de Diego, hijo de Manuel de Diego. Se trataba de una nota pedal que había en la partitura de órgano y que era imposible tocarla en un armonio sin pedalero. Al finalizar, don Germán le preguntó a Manolo cómo había podido tocar esa nota. «Con la ayuda de mi hijo, que se ha situado a mi lado para pasarme las páginas», confesó el músico sanluqueño. El compositor, visiblemente satisfecho por el ensayo, dijo que había oído su misa como no la había oído nunca y agradeció mucho todo el constante y sacrificado trabajo efectuado por los músicos y cantores sanluqueños. A raíz de esto, se originaron comentarios y, en una carta enviada a Luis Romero, diría don Germán: «como te habrás convencido, esas audiciones que tanto sorprenden de los virtuosos no son más que el resultado de un tremendo machaqueo».
La misa resultó muy brillante en su estreno, el 15 de agosto. Tanto, que Beigbeder quiso llevar al coro a actuar a Jerez el 24 de septiembre, día de la Patrona jerezana. Se lo propuso al comendador del convento de la Merced. Éste quedó conforme, pero se enteraron los cantores de Jerez y dijeron que si cantaba allí el orfeón sanluqueño «ellos no volverían a cantar en la iglesia de la Merced». Las rivalidades de la música, ya se sabe. Sin embargo se cantó esta misa en Rota y posteriormente también en Jerez, en santo Domingo, dos veces, en la función de la Virgen del Rocío. También la cantaron en la solemnidad de Santa Cecilia en la parroquia de san Nicolás, dando la sorpresa con su presencia don Germán, que había asistido sin que nadie se enterara. Al final de la función se quedó para felicitar al coro.
El estreno en Sanlúcar del Stabat mater
Don Germán ofreció al coro, a fines de 1960, el estreno en Sanlúcar de su Stabat mater: «Esta obra está concebida para tres voces iguales, pero, entusiasmado su autor con el éxito conseguido por su misa, la arregló para cuatro voces mixtas», añadiéndole en este caso una voz más expresamente para el Orfeón Santa Cecilia17. Luis y el coro aceptaron el reto y la acogieron con total entusiasmo, a pesar de ser una obra muy difícil: «La partitura se puede comparar con cualquier creación de los grandes músicos… Unir las cuatro voces resultó una tarea ardua, por lo trabajosa que era la partitura para todas las voces, para la dirección e incluso para el acompañamiento del armonio»18. Se montó en el tiempo récord de tres meses y medio. Una vez comenzados los cultos previos a la Semana Santa, el coro hacía los ensayos después de intervenir en ellos, con lo cual tenían una dedicación laboral intensiva, casi profesional.
Se estrenó el viernes de Dolores de 1961 en el salón de actos del Círculo de Artesanos y se volvió a ejecutar dos días después, el domingo de Ramos, en Jerez, en el salón de actos del Colegio de los Jesuitas. El programa ofrecido consistió en el Ave María de Gounod, cantado por Dolores Eyzaguirre con De Diego al piano; a continuación la Plegaria que Joaquín Turina escribió al Cristo de la Vera Cruz, en la que actuaron de solistas el tenor Antonio Barba y el barítono Andrés Gálvez, más el coro, que ya contaba con unas 45 voces19. Tras el descanso, abrió la segunda parte el escritor Jesús de las Cuevas con un discurso en el que enalteció la extraordinaria labor cultural que estaba desarrollando en la provincia el orfeón de Sanlúcar, así como la gran altura artística de don Germán. Se cantó a continuación el Stabat mater, «que duraba unos tres cuartos de hora». Todo ello sin orquesta, con el único acompañamiento del armonio, y con la intervención de los mismos solistas de la primera parte. «Resultó todo un éxito con lleno a reventar en interminables ovaciones», en ambos casos.
Asistió don Germán a la interpretación de Jerez y, tras ella, dijo a los intérpretes, refiriéndose a su composición: «No tiene nada que envidiar a una obra de Juan Sebastián Bach, parece que no la he escrito yo… me la habéis bordado». Opinión que fue corroborada por la prensa, poniendo al mismo nivel el Stabat mater de Beigbeder con otros escritos por célebres compositores como Pergolesi, Dvořák o Rossini, y alabando la gran recreación que de ella había hecho el orfeón sanluqueño.
Se dio la circunstancia —una vez más, la polémica rivalidad con los cantores de Jerez— de que la ejecución de esta importante cantata religiosa tuvo que competir «en ese mismo día y a la misma hora» con un concierto en el Teatro Villamarta en el que la orquesta y orfeón jerezanos interpretaron el Miserere que Hilarión Eslava compuso para esta ciudad20.
Más conciertos sacros
En abril de 1962, el domingo de Ramos, el orfeón ofreció un concierto de música sacra dirigido por Romero Muñoz en el Círculo de Artesanos, en el que volvió «a conquistar un notabilísimo éxito» esta agrupación musical. Cantores y músicos fueron ovacionados por las magníficas interpretaciones hechas de las composiciones de Álvarez Beigbeder, Turina y Cerdán, destacando la labor solista de la tiple Dolores Eyzaguirre, el tenor Antonio Barba y el barítono Andrés Gálvez21.
En mayo de 1963, el orfeón actúa en la función principal de la Virgen del Rocío de Jerez22, para la que se programó nuevamente la misa de Beigbeder Decor Carmeli. El mismo compositor asistió a la ceremonia rociera —tan diferente de la actual— acompañado de su familia y sus amigos, que se unieron a un numerosísimo público. El acompañamiento estuvo a cargo de Manuel de Diego, que pulsó magistralmente el órgano de la iglesia de santo Domingo.
La anécdota de la actuación musical fue protagonizada por el barítono solista Andrés Gálvez, y la explica De Diego:
En el ‘Qui tollis’ de la Misa se despistó al hacer su solo, y entonces comenzó a improvisar para ver si daba con la resolución. Yo le seguía acompañando como Dios me daba a entender y como si no pasara nada, hasta ver como terminaba aquello. Luis, el director, con las manos en la cabeza, esperaba un fatal desenlace; pero, gracias a Dios, Andrés dio con el tono y terminó con la nota deseada para que pudiera entrar el tutti. Esperábamos una reprimenda del autor, pero cuando bajamos del coro don Germán, sonriente, nos dijo: «Hijos míos, me habéis enmendado la plana y casi me gusta tanto como lo que yo había concebido». Temíamos la reacción suya pero lo tomó a bromas y no pasó de ahí. Sólo una sonrisa comprensiva de un gran hombre y un músico genial.
— Manuel de Diego Lora: «Mis vivencias en el Orfeón Santa Cecilia, 1940-1982», p. 22.
El intento fallido de organizar otro certamen de bandas en Sanlúcar
La comisión creada para los festejos de la coronación de la Virgen de la Caridad encargó a Luis Romero en 1965 la organización de un concurso de bandas militares, dotado de un gran premio y que se celebraría el martes 10 de agosto. La banda ganadora del concurso debía interpretar la Batalla de los Castillejos al día siguiente, así como acompañar a la Patrona en la procesión solemne de su coronación, el domingo 15 de agosto23.
Luis Romero se puso en contacto por escrito con su amigo y maestro para que le asesorase en relación con el concurso bandístico24. Don Germán, que ya se encontraba jubilado, le aclarará en su respuesta25 a Romero diversas cuestiones respecto al proyectado certamen que se quería celebrar con motivo de la citada coronación. Recuerda el maestro jerezano uno celebrado en 1919 en Valladolid y demuestra su gran conocimiento de la realidad musical del país. Dice del jurado que «su constitución es la que da prestigio y categoría. Tengo a la vista el formado en Pamplona en julio de 1918: Julio Gómez; Jesús Guridi; Regino Ariz, director de la Municipal de San Sebastián; José Escoriaza, de la de Vitoria; Ugarte, organista; dos directores de bandas militares; Eduardo Mocoroa, compositor; y el director de la Academia municipal de Pamplona. Me parece excesivo el número. […] En el caso de Sanlúcar, con dos personas de nombre, que podrían ser José María Franco, catedrático del Conservatorio de Madrid, y recientemente encargado por el Ministerio de Información y Turismo para ir concertando la naciente Orquesta de Radio Televisión Española, don Norberto Almandoz, figura destacada y acostumbrada a estos menesteres, y el director de esa Banda municipal, hay suficiente».
Pero no sólo oyó Luis Romero la autorizadísima opinión de Beigbeder, sino que también preguntó al director de la Banda municipal de Jerez, Joaquín Villatoro. Contestó don Joaquín, en línea con su peculiar manera de ser y de pensar, que prefería un festival y no un concurso, ya que resultaba «más en consonancia con los tiempos. Y más simpático». Proponía que se invitase a las bandas, pagándoles los gastos de desplazamiento y un diploma de honor a cada una, de lo que se presupuestase para premios. Las agrupaciones musicales invitadas podrían ser «las de Infantería de Cádiz, San Fernando, la Municipal de Sevilla, nosotros [se refiere a la Municipal de Jerez, de la que era director] y alguna otra, acaso la de Córdoba», debiendo interpretar cada una «dos obras cuya duración no exceda de 20 minutos»26.
En sus Memorias, Luis Romero27 recordó aquel magnífico concurso de bandas celebrado durante el régimen republicano. Y el viejo maestro se lamenta de que no se hubiese podido repetir treinta años después:
Después de aquel concurso he ido proponiendo a las Comisiones de Fiestas repetir este acto tan bonito, sin resultado. Sólo en el año 1965, con motivo de la coronación canónica de la Virgen de la Caridad, lo aceptaron; se hicieron varias gestiones, y yo fui el encargado de ellas, pero se «rajaron» y suprimieron el proyecto.
— Luis Romero: «Memorias».
Este mismo año, el compositor Beigbeder, en carta personal a Luis Romero, le solicita explicaciones sobre el desarrollo de la parte musical en el acto de la coronación de la Caridad que se celebró en la Calzada el 15 de agosto y que no había podido ver reflejada en la prensa: «¿Quién es el culpable de tamaña desconsideración?», se pregunta el maestro jerezano28. Algunos cantores, por este motivo, o bien porque pasó la novedad de la ceremonia de la coronación, abandonaron el orfeón tras estos actos.
El 11 de octubre de 1968 falleció don Germán. Pocos días después del óbito, se celebró, por iniciativa del orfeón, una misa solemne en el santuario de la Caridad, en homenaje a su memoria, ejecutándose otra vez su misa Decor Carmeli. A este funeral asistieron todos sus familiares residentes en Jerez, el mayordomo de la hermandad y otras personalidades de la época29.
En una carta de pésame enviada por el Orfeón a la viuda, doña Teresa Pérez, se decía lo siguiente:
Nos dirigimos a usted recogiendo el unánime y verdadero sentir de todos los músicos y cantores de esta orquesta y orfeón sanluqueños para expresarle nuestro pesar y sentimiento por la irreparable pérdida que sufre. Es conocido para usted y sus hijos los lazos de antigua y sincera amistad que con nuestro don Germán nos unía. No era para nosotros un compositor más cuyas obras interpretábamos: era el gran amigo de todos nosotros, a quien queríamos y al mismo tiempo respetábamos profundamente, de una manera muy especial e íntima. Y nos sabíamos correspondidos por él en igual forma.
Desde su creación en 1980, la Banda de música Julián Cerdán de Sanlúcar de Barrameda se destacó por incluir en su repertorio las magníficas obras escritas por don Germán para banda. En especial sus marchas procesionales, cuando apenas ninguna banda andaluza las tocaba. Era entonces considerado un autor raro y sus marchas no estaban de actualidad entre los músicos ni entre los cofrades. Gracias a la labor de difusión de los sucesivos directores que dirigieron la agrupación sanluqueña, la música olvidada de Álvarez Beigbeder se hizo conocida entre muchos y hoy día podemos asegurar que se trata de uno de los autores de mayor prestigio en el repertorio de muchas bandas. Ha costado demasiado tiempo, pero su música finalmente ha seguido triunfando también después de su desaparición.
Documentos descargables
Por cortesía de las hermandades de las Angustias y de la Caridad de Sanlúcar, en Pasión Sanlúcar podemos ofrecer las siguientes descargas libres y gratuitas en PDF:
- Manuscrito de las Coplillas a Nuestra Señora de las Angustias (1939):
- Himno a Nuestra Señora de la Caridad (ca. 1950, edición de 1965):
Notas
- Puede consultarse el catálogo de su obra en la Biblioteca Nacional de España. ↩︎
- Obtuvo la plaza el madrileño Abelardo Bretón y Matheu, hijo del entonces todopoderoso compositor Tomás Bretón, que había sido director del conservatorio. En el tribunal estuvieron Pérez Casas, Conrado del Campo, Manrique de Lara y Fernández Bordás, bajo la presidencia de Eduardo Vincenti, consejero de Instrucción Pública (Gaceta de Madrid, 21 de diciembre de 1917). El sueldo era de 3.500 pesetas, más 500 por residencia (Gaceta de Madrid, 12 de marzo de 1918). En el Ejército, Germán percibía en 1918 2.750 pesetas (Diario Oficial del Ministerio de Marina, 9 de abril de 1918). ↩︎
- CARMONA RODRÍGUEZ, M.: Un siglo de música procesional en Sevilla y Andalucía. Castilleja de la Cuesta, Sevilla: Manuel Carmona Rodríguez, 1993, pp. 150 y 160. ISBN: 84-604-8324-X. ↩︎
- DAZA PALACIOS, S.: Música y Sociedad en Sanlúcar de Barrameda, 1600-1975. Granada: Junta de Andalucía: Consejería de Cultura, 2009. ISBN: 978-84-8266-899-4. ↩︎
- Archivo Municipal de Sanlúcar de Barrameda (AMSB), leg. 2430. ↩︎
- Editada por Unión Musical Española. Arreglada por José María Navarro. Archivo Municipal de Sanlúcar de Barrameda (AMSB), leg. 2430. ↩︎
- Carta al alcalde, fechada en Jerez el 15 de agosto. ↩︎
- José Berenguer Sánchez nació en Jerez en 1891 y murió en Rota en 1966. Era músico militar (clarinete) y fue profesor en el Conservatorio de Cádiz. Reorganizó la Banda de Rota, además de haber dirigido diversas bandas como las de Villanueva del Arzobispo (Jaén) y la de La Orotava, en Tenerife. Es autor de muchas composiciones, especialmente marchas fúnebres de Semana Santa. (CARMONA RODRÍGUEZ, M.: Un siglo de música procesional en Sevilla y Andalucía. Castilleja de la Cuesta, Sevilla: Manuel Carmona Rodríguez, 1993, pp. 151. ISBN: 84-604-8324-X.) ↩︎
- Archivo Municipal de Sanlúcar de Barrameda (AMSB), leg. 2430. El maestro Escobar de Rivas nació en Cádiz en 1873. Fue violinista, director de la Capilla Real de Madrid, de la Unión Musical de Liria, además de fundador de la Municipal de Cádiz y de la Sinfónica Gaditana (CARMONA RODRÍGUEZ, M.: Un siglo de música procesional en Sevilla y Andalucía. Castilleja de la Cuesta, Sevilla: Manuel Carmona Rodríguez, 1993, pp. 152. ISBN: 84-604-8324-X.). Sin embargo, Cuenca dice que Escobar nació en 1879, que fue un notable compositor y que realizó sus estudios superiores en Madrid. Ganó por oposición la plaza de concertino en la Sociedad de Conciertos de esta capital, así como la de viola solista del Teatro Real y de la Orquesta Sinfónica de Madrid. Recibió importantes premios y sus composiciones fueron estrenadas por la citada orquesta, bajo la dirección del eminente maestro Arbós, así como por la Capilla Real. (CUENCA BENET, F.: Galería de músicos andaluces contemporáneos. La Habana (Cuba): Cultura S.A., 1927, p. 76). ↩︎
- Archivo Musical de Luis Romero (AMLR), leg. 223, p. 20 vº. ↩︎
- El maestro Manuel Gordillo, que nació en Osuna (Sevilla), fue compositor de numerosas coplas que popularizaron entre otros, Antonio Molina (Una paloma blanca y Adiós lucerito lindo) y Marifé de Triana (Torre de Arena). Esta última obtuvo tal éxito que fue proclamada como la canción más popular en 1956. Gordillo fue autor de operetas, zarzuelas y obras líricas de teatro infantil. Gracias a su gestión se creó el Cuerpo Nacional de Bandas Civiles. Falleció en Fuengirola a los ochenta y tres años de edad (Archivo Musical de Luis Romero (AMLR), leg. 249. Recorte del diario YA, s/f.). Puede seguirse minuciosamente su labor musical en Lucena en MONTERO OCAÑA, M. y DÍAZ BLÁZQUEZ, I.: Banda de Música de Lucena: Del siglo XIX al XXI. Lucena, Córdoba: Ayuntamiento de Lucena: Delegación de Publicaciones, 2003, pp. 69-99. ISBN: 84-89903-60-3. Se hace referencia al triunfo en el concurso de Sanlúcar en la p. 92. ↩︎
- Se conserva la partitura original en el Archivo de la Hermandad. Se trata de una de las obras más valiosas del patrimonio musical sanluqueño. Otras circunstancias interesantes sobre esta composición y su estreno pueden verse en CRUZ ISIDORO, F.: La Real Hermandad de las Angustias. Estudio histórico y del patrimonio artístico. Sanlúcar: Hermandad de las Angustias, 2005, pp. 238-240. ISBN 84-609-4330-5. ↩︎
- DE DIEGO LORA, M: Mis vivencias en el Orfeón Santa Cecilia, 1940-1982 [manuscrito], p. 4. ↩︎
- DE DIEGO LORA, M: Mis vivencias en el Orfeón Santa Cecilia, 1940-1982 [manuscrito], p. 8. ↩︎
- Así lo confirma también Luis Romero. ROMERO MUÑOZ, L.: Memorias de Luis Romero [manuscrito], p. 7. En: Archivo Musical de Luis Romero (AMLR), leg. 211. ↩︎
- DE DIEGO LORA, M: Mis vivencias en el Orfeón Santa Cecilia, 1940-1982 [manuscrito], p. 10. ↩︎
- Archivo Musical de Luis Romero (AMLR), fol. 12 vº. ↩︎
- DE DIEGO LORA, M: Mis vivencias en el Orfeón Santa Cecilia, 1940-1982 [manuscrito], pp. 17-18. ↩︎
- DE DIEGO LORA, M: Mis vivencias en el Orfeón Santa Cecilia, 1940-1982 [manuscrito], p. 19. ↩︎
- DE DIEGO LORA, M: Mis vivencias en el Orfeón Santa Cecilia, 1940-1982 [manuscrito], p. 20. ↩︎
- Diario Ayer, 17 de abril de 1962. ↩︎
- DE DIEGO LORA, M: Mis vivencias en el Orfeón Santa Cecilia, 1940-1982 [manuscrito], p. 25. ↩︎
- Archivo Musical de Luis Romero (AMLR), leg. 134, 27 de abril de 1965. ↩︎
- Archivo Musical de Luis Romero (AMLR), leg. 162. ↩︎
- Fechada en Jerez el 6 de mayo de 1965. ↩︎
- Archivo Musical de Luis Romero (AMLR), leg. 163, carta fechada en Jerez el 12 de mayo de 1965. ↩︎
- ROMERO MUÑOZ, L.: Memorias de Luis Romero [manuscrito], p. 20 vº. En: Archivo Musical de Luis Romero (AMLR), leg. 223. ↩︎
- Archivo Musical de Luis Romero (AMLR), doc. nº 160, «Carta de don Germán Á. Beigbeder» fechada en Jerez el 23 de agosto de 1965. ↩︎
- ROMERO MUÑOZ, L.: Memorias de Luis Romero [manuscrito], p. 16 vº. En: Archivo Musical de Luis Romero (AMLR), leg. 211. ↩︎