El sanluqueño Luis de Eguílaz: autor de la Salve marinera

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La Salve marinera es, probablemente, uno de los cantos populares más célebres de España. Lo que muchos desconocen es que el autor de esta letra que hoy cantamos con emoción fue el sanluqueño Luis de Eguílaz (1830​-1874).

Cuando una canción es antigua y con el paso del tiempo no hace más que seguir despertando fervor y aumentando su popularidad, quien la escribió corre un riesgo paradójicamente bello: por un lado, puede estar satisfecho porque su obra ha trascendido —y esa es la máxima aspiración de un artista—; pero, por otro lado, el hecho de que su obra trascienda a veces conlleva que el pueblo termine haciéndola suya, versionándola, adaptándola a cada época, causando que, con el paso de los años, el nombre del autor original vaya quedando en un segundo plano hasta ser olvidado.

Este es el caso de la Salve marinera, que hoy se canta en funciones religiosas, en actos militares, y hasta se puede encontrar en versión pop, desconociéndose sin embargo su origen: la zarzuela El molinero de Subiza, con letra de nuestro paisano Luis de Eguílaz y música de Cristóbal Oudrid, estrenada en el madrileño Teatro de la Zarzuela en 1870.

Contexto histórico

Concomitante al nacimiento del Estado liberal, a lo largo del Romanticismo (siglo XIX) surgió un interés tradicionalista en las artes, por el cual una corriente de creadores sintió la necesidad de reflejar en sus obras episodios históricos o costumbres de su nación. Tenemos los ejemplos de Barbieri en música, Goya en pintura, y podríamos tomar a Eguílaz como precursor en literatura.

Según el Dr. Víctor Cantero García, estudioso de Eguílaz, nuestro autor se sitúa al inicio de esa tendencia de cultivo del drama histórico que dio pie al denominado teatro neorromántico1, con el cual un grupo de artistas españoles pretendieron contrarrestar el influjo de la ópera italiana mediante la lírica de inspiración nacional (esa fue, precisamente, la motivación del Teatro de la Zarzuela, inaugurado en 1856)2.

En 1864, el dramaturgo sanluqueño empezaría a escribir el texto de El molinero de Subiza3, para el que contaría por primera y única vez con la música del afamado Cristóbal Oudrid, compositor de la celebérrima fantasía El sitio de Zaragoza —obra de tintes patrióticos que exalta la resistencia del pueblo español al invasor francés—. Según declara el propio Eguílaz, autodenominado “paladín constante del teatro nacional”, él escribió su zarzuela “con el pensamiento de purgar de extranjerismo el arte lírico español”, ya que “si los poetas no escriben poemas inspirados en el sentimiento patrio, que hablen al público de nuestras costumbres, de nuestras ideas propias, de los altos hechos de nuestros nobles antepasados” entonces para los compositores sería imposible dar a su música un carácter nacional4.

Así pues, como no podía ser de otro modo, el argumento amoroso y principal de El molinero de Subiza se desarrolla sobre una base de hechos históricos reales. La obra se estrenó el 21 diciembre de 1870 en el Teatro de la Zarzuela, y con ella, Eguílaz, que ya disfrutaba del apoyo de la crítica literaria, logró su máxima popularidad5.

Argumento de El molinero de Subiza

El trasfondo histórico de El molinero de Subiza nos sitúa en la Navarra del siglo XII, en la que Alfonso I era Rey de Aragón y Pamplona (1104-1134) y su primo materno, el francés Rotrou III —conde de Perche, hispanizado como Rotrón de Alperche—, se convirtió en uno de sus lugartenientes de confianza por su papel militar y su fuerza local, recibiendo los señoríos de Tudela y Corella.

El testamento del Rey provocó una disputa entre nobles aragoneses y pamploneses, llegándose al acuerdo de que en Aragón le sucediera su hermano, Ramiro II, y en Pamplona lo hiciera un descendiente por línea bastarda de antiguos monarcas pamploneses, García Ramírez, volviéndose a separar así las coronas de Aragón y Pamplona después de cincuenta años.

El reinado de García Ramírez en Pamplona no fue apacible, teniendo que hacer frente a ambiciones aragonesas y castellanas, y procurando establecer vínculos que le permitieran superar la falta de reconocimiento pontificio de su legitimidad al trono, dado su origen bastardo. Así, poco antes de ser coronado se casó con Margarita de L’Aigle, sobrina de Rotrón de Alperche, que aportó al matrimonio los señoríos de Tudela y Corella como dote de su tío.

Estos son los ingredientes históricos que Eguílaz, en su “zarzuela histórico-romancesca”, como él mismo la denomina, mezcla con ficción y romance.

En el argumento de El molinero de Subiza, un joven García Ramírez cae herido durante las luchas por el trono. Sus seguidores, mientras consiguen aliados que propicien su victoria, deciden mantenerle oculto en un molino, haciéndose llamar Gonzalo para no infundir sospechas. Incluso a Rotrón de Alperche, fiel partidario de García Ramírez, ocultan la verdadera identidad del mozo porque, dado su carácter impulsivo, temen que inoportunamente le proclame Rey.

En el molino, la hija de Rotrón, Blanca Mergelina, disfrazada de pastora, se encuentra con Gonzalo y le cura sus heridas, enamorándose ambos, desconocedores de sus verdaderas identidades.

Por su parte, Rotrón, desesperado por resolver la situación política, recurre al presuntuoso conde Don Gil, al que ofrece a su hija en matrimonio a cambio de apoyo para la causa de García Ramírez. Así, arregla el asunto del trono, pero al mismo tiempo tira por la borda la relación amorosa de los muchachos.

Cuando se revela esta situación, los protagonistas asisten a una procesión de la Virgen, a la que cantan una Salve (acto I, escena XIV).

La compañía getafense Ópera Nova, bajo la dirección musical de Montserrat Font Marco, representó El molinero de Subiza el 12 de enero de 2008 en el Teatro Francisco Rabal de Pinto (Madrid), grabándose por primera vez en DVD y estando el vídeo disponible en YouTube. Este fotograma corresponde a la escena de la Salve.

La letra de la Salve

El libreto de El molinero de Subiza fue publicado en 1871 por la Imprenta de José Rodríguez (Madrid)6. Si nos dirigimos a la escena de la Salve, podremos comprobar que Eguílaz escribe una octavilla, o sea una estrofa de ocho versos —combinación de dos redondillas de cuatro versos cada una— octosílabos. No obstante, la letra difiere entre los cuatro solistas intervinientes aquí —Blanca, Rotrón, Gonzalo y Don Gil—, de modo que la primera redondilla de Blanca dice así:

Salve, estrella de los cielos,
Virgen de sin par belleza.
Salve, fuente de pureza,
llama del divino ardor.

Y en los otros tres personajes cambia el primer verso, que resulta ser:

Salve, estrella matutina,

Ciertamente, los cuatro están implorando a la Virgen, que acaba de aparecer en procesión. Sin embargo, a continuación, la segunda redondilla ya no es una plegaria al unísono sino cuatro plegarias individuales, rogando cada protagonista a la Virgen por aquello que le concierne personalmente. Así, Blanca llora por haber perdido a su amado:

A mi pecho desgarrado
tu cariño dé reposo.
Madre del amor hermoso,
vela por mi hermoso amor.

Rotrón se justifica por ofrecer en matrimonio a su hija por el bien de su patria:

Por mi rey y por mi patria
doy su vida y su reposo.
Padre amante y cariñoso,
sólo espero ya en tu amor.

Gonzalo —García Ramírez— se ve en una encrucijada, pues al recibir apoyo político está renunciando a su amada:

Por mi patria la he perdido;
salvación no se me alcanza.
A ti, Madre de la esperanza,
te encomiendo nuestro amor.

Y Don Gil, por su parte, da muestra de su insolencia:

Que en Tudela mis pendones
flotar miren con asombro,
y yo, en premio, a tu hijo nombro
de mi casa protector.

Seguidamente, los cuatro solistas, acompañados por el resto de personajes en escena, recitan al unísono una octavilla completa:

Salve, estrella matutina,
Virgen de sin par belleza.
Salve, fuente de pureza,
llama del divino ardor.
Todo un pueblo atribulado
en ti cifra su esperanza.
Si eres fuente de bonanza
no desoigas su clamor.

Después de eso, como broche final y tras un cruce de diálogos, todos los personajes repiten juntos una vez más la octavilla anterior sustituyendo “Salve, estrella matutina” por “Salve, estrella de los cielos”, terminando aquí el Acto I.

Llegados a este punto, quizás el lector haya caído en la cuenta de que, en efecto, esta no es la letra de la Salve marinera que estamos acostumbrados a oír y cantar.

¿De dónde viene, pues, la letra que se canta hoy? Aunque erróneamente se atribuya a otros autores posteriores a Eguílaz7, la actual letra de la Salve podemos encontrarla ya en la partitura de El molinero de Subiza firmada por Eguílaz y Oudrid y editada por la Imprenta de Casimiro Martín (Madrid) también en 1871, mismo año que el libreto8.

En el siguiente vídeo se puede escuchar la versión original de la Salve9 mientras se sigue la partitura:

Orquestación de la Salve.

Por tanto, como se puede comprobar, es la letra de la partitura de 1871 la que se mantiene vigente hoy, y dice así:

Salve, estrella de los mares,
Iris10 de eterna ventura.
Salve, fénix de hermosura,
Madre del divino amor.
De tu pueblo a los pesares11
tu clemencia dé consuelo.
Fervoroso llegue al cielo12,
y hasta ti, nuestro clamor.

¿Y a qué se deben esas diferencias entre la letra del libreto y la de la partitura? La evidencia apunta a que, aunque inicialmente Eguílaz desarrollase un texto más amplio, al musicar el libreto con Oudrid —es decir, al adaptar el texto a la música— decidió simplificar las intervenciones de los protagonistas utilizando sólo la última octavilla original, si bien aplicándole algunas modificaciones.

En la octavilla resultante, de esquema abbcaddc, Eguílaz logra una rima consonante empleando palabras más adecuadas fonéticamente, pero sin perder el argumento primitivo del poema. Así, la primera redondilla se mantiene como una invocación a la Virgen, y la segunda sigue siendo una súplica de los personajes en grupo.

Algo que me llama la atención es que, aun con tanta sustitución de palabras, Eguílaz se empeña en mantener de entrada el término “estrella” como tradicional forma de alabanza a María: en su primera letra, nuestro autor dice “estrella de los cielos” (título acuñado en la antífona Stella coeli del siglo XIV) y “estrella matutina” (Stella matutina: jaculatoria de las letanías lauretanas), mientras que en su letra definitiva opta por la invocatoria “estrella de los mares” proveniente del precioso himno Ave maris stella (“Salve, estrella de los mares”) del siglo VIII, y que tanto Lope de Vega como Cristóbal de Castillejo usaron antes que Eguílaz en sus respectivos poemas Salve, del mar estrella y Clara estrella del mar.

En la web de la Biblioteca Digital Hispánica puede escucharse una grabación de la Salve cantada por una sección de los coros del Teatro de la Zarzuela con acompañamiento de piano, cuyo registro se debe a la Sociedad Fonográfica Española en el año 1900.

Uso de la Salve marinera

El molinero de Subiza fue un rotundo éxito: en menos de un año fue representada trescientas veintisiete veces en Madrid13, y no sólo se hizo popular en la capital, sino que se exhibió por toda España durante las décadas siguientes14, alcanzando aún más notoriedad.

Precisamente, nuestra zarzuela llegó en 1872 a un teatro de Ferrol (La Coruña), en cuya ría estaba fondeada la fragata Princesa de Asturias, que servía como Escuela Naval Militar. Los alumnos marineros llegaron a asistir a una representación, y, al escuchar aquella Salve a la “estrella de los mares” que seguramente evocó en ellos el recuerdo de su patrona, la Virgen del Carmen15, decidieron hacerse con la partitura para cantarla en sus misas y fiestas religiosas16.

Si los guardiamarinas pretendían interpretar la pieza —cuyo acompañamiento escribió Oudrid originalmente para orquesta— debían transcribirla para banda, que es el tipo de agrupación musical propia del ejército y está formada únicamente por instrumentistas de viento y percusión. Mas eso no supondría ningún problema, pues los directores entonces, ante la escasez de repertorio original, acostumbraban a transcribir obras clásicas, marchas y bailables para sus bandas.

La idea se llevó a cabo, y el resultado gustó tanto que se extendió rápidamente por todos los buques de la Armada. Pero, claro, eso provocó que cada director transcribiera su propia versión de la Salve para su banda —en aquella época no había fotocopiadoras—, dando lugar a un sinfín de versiones diferentes a lo largo de décadas.

Este hecho motivó que en 1942 la Jefatura del Estado Mayor de la Armada publicase una Orden17 por la cual, a propuesta del director del Museo Naval —el almirante alicantino Julio Guillén Tato—, se declaraba reglamentaria la versión del “director de la banda de la Escuela Naval”, refiriéndose realmente al prestigioso director músico de primera (entonces retirado) Camilo Pérez Monllor, a quien Guillén, paisano suyo, nombró poco antes responsable de la sección de música del Museo Naval, y cuya versión para voz y banda se editó a imprenta y se distribuyó oficialmente, unificándose por fin la interpretación de la Salve marinera.

En el siguiente vídeo puede escucharse la Salve marinera mientras se sigue la partitura para voz y banda reglamentada por el Ministerio, en cuyo encabezamiento puede leerse:

Salve que se canta desde los tiempos de la fragata Asturias, Escuela Naval flotante. Arreglada de la partitura original de la zarzuela «El molinero de Subiza» del maestro Oudrid por el músico mayor de Infantería de Marina D. Camilo Pérez Monllor, y declarada reglamentaria por O. M. de 16 de noviembre de 1942.

Salve marinera para banda de música.

Análisis musical de la Salve

La música de la Salve, originalmente compuesta por Oudrid, tiene los siguientes temas musicales:

Introducción: Como su propio nombre indica, se trata de un preámbulo del tema principal de la Salve. Oudrid escribió una introducción de 9 compases con una suave frase de carácter dulce que contrasta con un breve motivo fortissimo y acentuado. Pérez Monllor, en su adaptación, invierte el orden de ambos elementos, empezando con el motivo fortissimo —seguramente porque pretende buscar un comienzo más espectacular— y terminando con la frase dulce, la cual acorta, reduciendo así la introducción a 6 compases.

Introducción de la Salve. Comparación de la versión original (arriba) con la adaptación para banda (debajo). Rodeada en verde, la frase dulce; rodeado en morado, el motivo fortissimo.

Tema A: Es un tema musical que se presenta en forte y tiene un carácter enérgico y rítmico, a lo que contribuye su métrica: nota larga (negra) en la parte fuerte del compás, encadenándose una con otra mediante notas breves (semicorcheas) en las partes débiles. Oudrid escribió un tema A de 8 compases que primero cantan los solistas principales y seguidamente repite todo el coro (o sea 16 compases en total). Monllor en un principio respeta esta idea de 8 + 8 para «grandes solemnidades», si bien indica que «en los demás casos» se suprimirán los 8 primeros.

Cabeza del tema A de la Salve.

Tema B: La música es contraste. Por tanto, si el tema A era fuerte, enérgico y rítmico, el tema B es suave, dulce y melodioso. Dura la mitad, es decir 8 compases en total (4 + 4) que Monllor respeta en su adaptación.

Cabeza del tema B de la Salve.

Tema A2: Volvemos a un tema que recuerda al A (fuerte, enérgico y rítmico), y que de hecho conserva la misma métrica. Sin embargo, le diferencia del A que está en modo menor, es decir no suena alegre sino más bien dramático, lo cual para mí es suficiente como para llamarlo A2. En la versión original de Oudrid, el tema A2 dura 8 compases que se repiten (o sea 16 en total); no obstante Monllor elimina la repetición y lo deja en 8.

Cabeza del tema A2 de la Salve.

Puente: Un puente musical es un fragmento sin suficiente personalidad como para ser un tema en sí mismo, pero claramente distinguido de los temas de una obra; y, como su nombre sugiere, se utiliza como nexo de unión entre dos temas de esa obra (en este caso, el puente de la Salve dura 12 compases y une el tema A2 con el que viene a continuación, que es de nuevo el B). En la zarzuela, mientras la orquesta está tocando el puente, se produce un diálogo hablado entre los personajes. Monllor elimina el puente.

Tema B’: Es el tema B, aunque yo lo llamo B’ porque es básicamente igual pero contiene una pequeña diferencia: la soprano ejecuta un bonito trino mientras suena el resto de la música. Monllor suprime este regreso al tema B, pero el efecto del trino es tan singular que decide usarlo (en la flauta) la única vez que presenta el tema B en su adaptación.

Cabeza del tema B’ de la Salve.

Tema A3: Regresamos al tema A (fuerte, enérgico y rítmico), con su distintiva métrica. Si el primer tema A era en modo mayor (alegre) y el A2 en modo menor (dramático), el A3 se caracteriza porque comienza en menor y acaba triunfante en mayor.

Cabeza del tema A3 de la Salve.

Oudrid escribió un tema A3 de 8 compases. Sin embargo, en la cola del mismo (es decir, al final) la soprano hace demasiados melismas que son perfectamente factibles para un cantante profesional, pero no para un aficionado. Por este motivo, en su adaptación, Monllor decide simplificar todas esas notas con el objetivo de que cantar la Salve sea accesible para todo el mundo —que es de lo que se trata—, recortando el tema A3 y concluyendo aquí la obra.

Cola del tema A3 de la Salve. Comparación de la versión original con la versión para banda.

Coda: La Salve original de Oudrid no termina con el tema A3 como sucede con la adaptación de Monllor, sino que después hay una gran coda (un fragmento musical que crea tensión progresivamente, en busca del final de la obra) de nada menos que 19 compases, con un cierre apoteósico.

En resumen, la actual Salve marinera no incluye la música completa de la Salve en la zarzuela. Visualmente, la estructura de la Salve original de Oudrid es esta:

Mientras que en la adaptación para banda de Monllor queda así:

Si Monllor hubiese dejado intacta la estructura original, y teniendo en cuenta que su adaptación no está hecha para ser cantada a un tempo vivo como en la zarzuela (Andantino moderato) sino más tranquilamente (Andante) para darle cierto carácter de himno solemne, la Salve duraría más del doble.

Documentos descargables

En Pasión Sanlúcar tenemos disponibles en PDF las siguientes descargas de El molinero de Subiza:

  • Partitura para banda (Ministerio de Marina, 1942; por cortesía de la Banda Julián Cerdán de Sanlúcar):

Notas

  1. Víctor Cantero García: Dámaso Luis Martínez de Eguílaz: un dramaturgo destacado de la generación que alumbró la “alta comedia” (revista Las Piletas, año 4, nº 12, de agosto de 2004). ↩︎
  2. Víctor Cantero García: Los escenarios teatrales para las obras dramáticas de Luis de Eguílaz (revista Las Piletas, año 3, nº 11, de abril de 2004). ↩︎
  3. Eguílaz afirma en la dedicatoria de su libreto, firmada el 19 de enero de 1871: “Siete [años] van a cumplirse desde que di comienzo a esta zarzuela”. ↩︎
  4. Declaraciones de Eguílaz en la dedicatoria de su libreto. ↩︎
  5. Víctor Cantero García: Anécdotas, comentarios e incidencias sobre la vida y la obra literaria de Luis de Eguílaz (revista Las Piletas, año 2, nº 10, de diciembre de 2003). ↩︎
  6. José Rodríguez era editor habitual de Eguílaz y de otros autores de la época. ↩︎
  7. Se ha extendido el falso rumor de que la letra de la Salve marinera fue escrita por Mariano Méndez Vigo, periodista y autor de letras de canciones ligeras desde la década de 1940 hasta su muerte en 1982. ↩︎
  8. Casimiro Martín fue un editor especializado en zarzuela y música nacional. Su edición de la partitura de El molinero de Subiza —incluida la Salve— de Eguílaz y Oudrid es una reducción para voces y piano. No especifica año de publicación, pero el número de plancha de la Salve es C.M. 2228, y las planchas 2200 a 2252 de Casimiro Martín están todas fechadas en 1871. ↩︎
  9. Orquestación virtual realizada por el autor de este artículo. ↩︎
  10. Iris es una diosa mitológica del mar y del cielo. ↩︎
  11. Es un hipérbaton: «A los pesares de tu pueblo». ↩︎
  12. De las tres veces que se canta este verso, en la segunda de ellas Eguílaz añade el adverbio de afirmación “Sí” (resultando “Sí, fervoroso llegue al cielo”) para cuadrar puntualmente el texto con la música. ↩︎
  13. Este dato lo facilita el propio editor del libreto en el interior del mismo. ↩︎
  14. Según se desprende del Boletín Oficial de la Propiedad Intelectual e Industrial creado por el Ministerio de Fomento en 1886, una de cuyas funciones era hacer un seguimiento de las representaciones de obras dramáticas en teatros españoles, listando El molinero de Subiza en múltiples ocasiones. ↩︎
  15. El patronazgo de la Virgen del Carmen, aunque no sería refrendado hasta 1901 por la reina regente María Cristina de Habsburgo y el ministro de Marina Cristóbal Colón de la Cerda, viene del siglo XVIII. Y es conocido que el poema Clara estrella del mar de Castillejo se cantaba en las naves de la Armada en 1769 (Fernando de la Guardia Salvetti: Versos a la Virgen marinera). ↩︎
  16. La información de cómo la Salve de Eguílaz y Oudrid empieza a ser cantada en la Armada la recoge el historiador, investigador y militar Ricardo Fernández de Latorre en su libro Historia de la música militar de España, el mayor tratado existente en la materia. ↩︎
  17. Orden publicada en el Diario Oficial del Ministerio de Marina, n.º 255, 18 de noviembre de 1942, página 1.392. ↩︎
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